Cuando llegó el otoño Benjamín era el que leía mejor, y en el colegio así lo demostró.
Cogió otro libro de su habitación, para tomar una nueva lección.
Pero una noche llegó, en la que su amigo no apareció.
Tampoco lo vio en la que vino después, ni en la noche que hizo tres.
Benjamín no dejó de leer, pues sabía que lo volvería a ver.
El invierno llegaba, y el frío se instalaba.
Cuando ya se durmió, un ruido en el cristal le despertó.
Abrió los ojos ansioso, y allí entontró a su amigo el oso.
Cuando el oso entró, con fuerza y cariño a Benjamín abrazó.
-¡Que alegría que hayas vuelto! Tantas noches sin verte me tenían un poco molesto.
El oso entonces cogió, el primer libro que el niño le leyó.
La vida de un oso que con otros animales jugaba, en ese bonito cuento se explicaba.
Le hizo a Benjamín observar, que en invierno los osos tenían que hibernar.
-Hasta que acabe el invierno, no volveremos a vernos.
Entendió triste Benjamín, mientras se quitaba un calcetín.
El oso hizo que el niño de nuevo riera, al enseñarle que se verían otra vez en primavera.
Benjamín en el jardín, en su habitación o en el salón, leyó y del oso todos los días se acordó.
FIN.
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