Gus el gusano se arrastraba por el bosque bajo el sol de verano.
Gus es un gusanito muy parlanchín, aunque aquel día no se sentía así.
Al llegar junto al roble encontró a Marga la mariposa, que al verlo aleteó sus alas rosas.
-Hola Gus, ¿es que acaso tienes frio?,- preguntó Marga al ver que su amigo llevaba una bufanda.
-Es que al levantarme sentí un escalofrío muy grande,- explicó Gus.
-¡Oh vaya! Eso es muy extraño, ya que por fin ha llegado el verano.
-¿Crees que me habré puesto malo?, preguntó Gus asustado.
-Deberías buscar al doctor Leo el ratón, para ver si te puede dar una solución.
Gus entonces inició su lento viaje, buscando a Leo el doctor ratón del valle.
-¡Buenos días Gus!,- saludó Ena la abeja reina.
-Buenos días Ena,- saludó tiritando el gusano que estaba muy cansado.
-Pero bueno, ¿por qué tiemblas? ¿Es que te pones nervioso al saludar a una reina?,- bromeó Ena.
-Voy en busca de Leo el doctor. ¿Conoces algún atajo? Es que estoy enfermo y muy cansado.
Ena se ofreció a acompañarlo en su viaje, para que fuera más agradable.
Llegaron hasta una casita, de donde salió a saludarlos Frita la mariquita.
Frita se acercó y al ver a Gus tan pálido se preocupó.
Ena le explicó el problema, y Frita quiso acompañarles en la visita.
Las dos amigas de Gus, le hicieron compañía y el viaje le costó menos, gracias a los ánimos de sus amigas.
Pero Gus cada vez tenía más frío y ni siquiera la bufanda le daba abrigo.
Entonces Alma la araña desde un hilo se dejó caer y Gus que no se la esperaba dio un ligero traspies.
-¡Alma no puedes asustar así!,- le regañó Ena la abeja reina.
-Ay lo siento, pero Gus deja de temblar, que no te voy a asustar más,- Alma quiso tranquilizar a su amigo que no paraba de tiritar.
-No tiembla por eso, sino porque tiene frio. Vamos a buscar al doctor ratón, para que le de una solución,- explicó Frita.
-Oh vaya cuanto lo siento, yo también iré por si necesitáis de mis conocimientos- dijo Alma la araña.
El grupo iba muy despacio ya que Gus cada vez se sentía más lacio.
-Así no llegaremos nunca a nuestro destino,- susurró Frita la mariquita.
Alma pensó en una solución.
-Puedo hacer con mis hilos una tela y vosotras ayudaréis a Gus a rodar por ella.
-¡Que gran idea has tenido amiga!,- Ena la felicitó, mientras Frita movía contenta sus antenitas.
Las tres amigas se pusieron manos a la obra. Alma iba tejiendo su resistente tela de araña. Y las otras dos empujaban a Gus que no podía moverse nada de nada.
Por fin llegaron a la consulta del doctor ratón, que le dio un jarabe a Gus que pronto tuvo reacción.
El gusano se despertó mucho mejor. Le dio las gracias al doctor y a sus buenas amigas.
Después de dar sus tareas por terminadas, ahora eran ellas las que estaban muy cansadas.
Gus tuvo una idea y llamó a unas viejas amigas. Las aves llegaron volando respondiendo a la llamada del gusano. Gus explicó el problema a las aves que no dudaron en llevarles.
Los animales entedieron que la verdadera amistad, es aquella que te acompaña incluso cuando estás mal.
Ena, Alma, Frita y Gus, se subieron sobre las aves, volaron felices, y su amistad fue tan fuerte que comieron perdices.
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