Existe una ciudad escondida, habitada por animales, llamada Familia. En esta ciudad ensaya día tras día una orquesta de música que nunca desafina. Sin embargo no siempre fue así, si quieres saber su historia, sigue leyendo por aquí...
La orquesta tuvo tiempo atrás, un gran problema que con urgencia debía solucionar. Y es que los instrumentos no se ponían de acuerdo para crear armonía entre ellos.
El Erizo, el director de la banda, no entendía lo que fallaba: la flauta desafinaba, el chelo y el violín se peleaban, la trompeta y el trombón apenas ponían atención ….
Cada día ensayaban en el gran teatro de la ciudad, pero allí entre cuatro paredes, la música parecía no querer sonar.
Un día al Erizo una idea se le ocurrió y a la orquesta se lo comentó:
-Creo que podríamos intentar, interpretar nuestra música en otro lugar.
A todos les pareció algo genial, y ahora tocaba discutir el nuevo sitio para ensayar.
-Podríamos intentarlo en la plaza de la ciudad,- dijo el Conejo, no dejando su arpa de tocar.
-¿Pero qué dices? Allí no podemos ensayar, hay mucho bullicio por los alrededores de ese lugar,- contestó la Cigüeña, que de la guitarra era la dueña.
Siguieron discutiendo durante un buen rato, y no parecían encontrar el lugar exacto.
Entonces el Perro hizo sonar sus platillos para decir lo que se le había ocurrido.
-¿Y si ensayamos en la naturaleza? Lejos de los ruidos de la ciudad, creo que eso nos podría ayudar.
El Erizo comentó que el Perro tenía bastante razón. Hacía mucho tiempo que los animales de Familia, se mudaron del bosque a la ciudad, dejando a la naturaleza muy atrás.
-Tal vez, debamos volver para recordar la magia que tiene ese lugar,- afirmó el director.
El día siguiente llegó y la orquesta de Familia muy temprano en la mañana se levantó.
Cuando llegaron al bosque oyeron por fin, la música que les ponía tan feliz. La naturaleza cantaba y la orquesta le acompañaba. Todos los instrumentos se llevaron de nuevo muy bien, y una música maravillosa lograron componer.
Entonces de entre los árboles alguien se coló de repente. La Cerdita soprano les había seguido y al oír aquella música tan preciosa, no pudo evitar cantar con su voz melodiosa.
Fue un día muy feliz, porque la orquesta de Familia la música volvió a sentir. Desde entonces nunca más fallaron, pero también nunca más en el teatro de Familia ensayaron.
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