Lila, Tita y Nina, son tres abejas que viven en el jardín de la abuela Candela.
Las abejas cuidan con mucho esmero que en el jardín nada crezca feo.
Lila, Tita y Nina transportan el polen para que crezcan nuevas semillas.
Es un trabajo laborioso pues el jardín de la abuela Candela es grande y frondoso.
Pero a Lila, Tita y Nina les encanta su trabajo, y siempre están dispuestas.
Candela les ha cosido unas ropas especiales, que les ayudan a volar rápidas entre los matorrales.
Un día las abejas prestaron atención a un arbusto que cada vez tenía menos color.
Preoupadas las tres abejas informaron a la abuela
-¡Oh no!,- la abuela suspiró con gran aflicción.- Me da mucha pena que sus hojas se caigan, ¡vaya faena! Mi madre me regaló esta planta a la que llamamos Samanta
Y es que todas las plantas del jardín de la abuela y de su madre Inés, tenían nombres de mujer
Lila, Tita y Nina, pronto comprendieron que a aquel desastre tenían que ponerle remedio.
-No te preocupes abuela. Las tres abejas jardineras solucionarán este grave problema,- Lila volaba cerca de la cara de la abuela con su regadera.
-Lila dice la verdad, no hay nada que nos detenga a las abejas,- Nina se acercó hasta las mejillas de Candela y le hizo cosquillas con sus alas.
-Bueno, bueno, bueno, no hay más tiempo que perder,- Tita que era la mayor puso pronto orden y atención. Sus antenas eran las más brillantes y sus pupilas la admiraban bastante. Querían ser como su Tita de mayor y en ello ponían todo su amor.
Cada una de las abejas tenía su tarea: Lila se encargaba de regar, Nina arreglaba a las flores para que luciesen más hermosas, y Tita el polen transportaba, para que crecieran altas y copiosas.
Las dos abejas más jovenes observaban el cuidado con el que Tita hacía su trabajo.
Se llevaron muchos días mimando a la planta especial de Candela.
La abuela durante el día les hacía compañía, y por las noches les cantaba mientras se quedaban sobre las flores dormidas.
Cuando por fin la planta comenzó a mejorar, las cuatro lo quisieron celebrar. Hubo música, bailes y canciones y Candela les entregó como agradecimiento, tres bandas de lentejuelas que con mucho cariño cosió la abuela.
En las bandas se podía leer “Las arquitectas de jardín”, y es que mejores, pensó Candela, no las habría podido elegir.
Lila,Tita y Nina, lucieron orgullosas sus bandas preciosas.
Y no hay jardines que brillen y luzcan más, que aquellos donde dejamos a las abejas trabajar.
Tratémoslas con cuidado pues son las arquitectas más importantes, de este mundo tan alucinante.
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