Miguel daba un paseo por la playa mientras se comía un helado con sabor a papaya.
Miguel disfrutó del helado hasta el último bocado y cuando lo terminó, tiró el palito de plástico a un lado.
Una gaviota que volaba sobre él, cuando vio aquella fea escena comenzó a descender.
Pasó sobre la cabeza de Miguel y con el ala, su cabello bien peinado dejó todo alborotado.
-¡Oye, pájaro tonto, ten más cuidado y no vueles tan bajo!,- gritó Miguel.
La gaviota parecía señalar algo con el ala, y Miguel vio como el mar el palito del helado arrastraba.
El niño no entendió nada y continuó su paseo hacia unas barcas.
En el camino tanta calor le entró que quiso bañarse. Unos pececillos, que también parecían estar enfadados, se enredaron entre sus piernas y no lo dejaron ir a ningún lado.
Cuando por fin pudo volver a la orilla, algo le pellizcó el pie. Eran unos cangrejos que parecían también estar molestos.
-¿Pero que os pasa a todos? ¡Dejadme en paz, yo solo me quiero bañar!,- protestó Miguel.
Entonces algo vio brillar más adelante. Al acercarse observó unas conchas que al abrirse guardaban unas perlas preciosas.
Las perlas eran mágicas y le contaron a Miguel por qué no se lo estaba pasando tan bien.
-Cuando haces algo mal en nuestro hogar, no podemos dejarte jugar,- le dijo la perla.
-Pero, ¿qué es lo que he hecho mal?,- dijo Miguel que seguía sin comprender.
-¡Vamos Miguel! Que eres muy listo, piensa en lo que has visto.
Miguel se puso a pensar y cuando se tocó sus cabellos despeinados comenzó a recordar. La gaviota después de despeinarlo, le había indicado algo.
-¡El palo de mi helado! ¿Es eso por lo que estáis enfadados?,- preguntó Miguel.
-Ven, acércate,- le dijo la perla.
Miguel vio en la perla reflejado, un mar de palitos de plástico que hacía daño a peces y pájaros.
-¡Oh, no tenía ni idea!,- dijo triste Miguel,- Ahora mismo voy a buscarlo.
-Es dificil que llegues ahora hasta él, con que no lo hagas más nos conformamos por esta vez,- explicó la perla.
-Os lo prometo, no volveré a tirar nada más al mar.
Aquel día el mar ganó nuevos aliados, que lo ayudarían a estar a salvo. Pues Miguel contó su aventura a familia y amigos y todos prometieron mantener el mar limpio.
Michael was walking on the beach, eating papaya ice cream.
Michael enjoyed his ice cream till the last bite and when he finished it, threw the plastic stick next to the sea.
A seagull was flying over him and watched everything. The seagull flew till the boy and with its wing rumpled his hairstyle.
Michael shouted angry: “Fool seagull, don´t fly so low!"
The seagull wanted show him something. And Michael saw the sea took out his plastic stick.
But Michael did not understand anything and he continued walking.
The boy was hot, so he tried to have a swim. Then some little angry fishes do not let him get in the water.
When Michael could return to the seaside, he felt a pinch in his foot. It was a crab!
Michael shouted again: “But, what happen with all of you? Leave me alone!"
Then something was shinning ahead. Michael got close and he found a seashell pearl. The pearl was magic and told to Michael the reason why, he was not having fun.
“When someone make something wrong in our home, we cannot let him play”.
Michael asked: “But, let me know, what did I do wrong?”
“Come on Michael, you are smart. Think about what you have seen today.”
The boy was thinking about it when he touched his head, and suddenly he remembered. The seagull rumpled him and after tried to show him something.
Michael said: “My plastic stick! That´s why you are so angry?"
The pearl answered:" Get close Michael and look inside me."
Then Michael saw a plastic sticks sea hurting fishes and some birds.
Michael was so sad, because he began to understand everything: “Oh, I am so so sorry. Right now I am going to look for my stick."
The pearl explained: “Now it is really difficult you could find it. But we would be happy if you do not do it again.”
Michael made a promise that day and the sea won new allies, because Michael told the story to his family and friends and everyone made the same promise: keep the ocean clean.
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