Cuando Perico el pececito quiso volver al mar, se dio cuenta de que no podía regresar.
Perico tenía un nuevo hogar muy bonito y redondito.
Y los primeros días allí se sintió feliz.
Pero pronto la soledad y la nostalgia por su hogar se hicieron notar.
Perico miraba a su único amigo, un niño llamado Juan, que un día lo cogió en el mar.
Juan era bueno con Perico, lo alimentaba cada día y dejaba su casa bien limpia.
Pero Perico echaba de menos vivir con más peces y poder nadar, sin que paredes de cristal le impidieran pasar.
Juan pronto se dio cuenta, que Perico comía de forma más lenta.
-¿Qué te pasa Perico? Tienes que comer para poder crecer,- Juan estaba preocupado pues no entendía lo que a su amigo le estaba pasando.
Perico le quería hablar, para pedirle que lo devolviera a su verdadero hogar.
El pececito dejó escapar unas burbujas en el agua que querían decir, que estaba triste por no poder de allí salir.
Pero Juan y Perico no conseguían hacerse entender, y el niño volvía a echarle de comer.
Un día Juan vio en la escuela un documental, que hablaba sobre el profundo y ancho mar. Y con todas sus fuerzas deseó, poder visitar cada rincón cuando fuese mayor.
De regreso a casa no dejó de pensar, en aquel maravilloso lugar. Y entonces recordó que ese era el hogar de Perico, ¡qué suerte tenía el pez de pertenecer a un lugar tan bonito!
Cogió la pecera de su habitación, y fue a decirle a su padre que le prestara atención.
-Tenemos que devolver a Perico al mar. Por fin comprendí por qué estaba tan triste, y es que a su casa quiere irse,- le explicó a su papá.
-Pues no perdamos más tiempo, hay que conseguir que Perico vuelva a estar contento,- contestó el padre de Juan.
Se montaron en el coche y viajaron hasta el mar. Cuando llegó la hora de devolver a Perico a su hogar, Juan no pudo evitar llorar sin parar.
Aunque al ver a Perico saltar en el agua tan contento, sus lágrimas dejaron de brotar y le prometió que algún día se volverían a encontrar.
Juan se hizo mayor, y cumplió su promesa con gran alegría en el corazón. Nadó muchas veces con Perico y sus amigos, y luchó durante su larga vida, para que no se separaran a los animales de sus hogares y familias.
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